Antes de que usted continúe con
la lectura de esta entrada debo aclarar que por formación y convicción estoy totalmente
de acuerdo con quien o quienes deciden expresar públicamente su opinión, sea
que comparta o no con ella; que además, reconozco la crítica como
suministro esencial para la mejora, que acepto la rectificación como desagravio
de los errores cuando se afecta a otro; que incluso, coincido con quien decide
llamar públicamente a que comulguen con su criterio. De hecho, la posibilidad de consignar lo
que pienso es lo que me motiva a transcribir las reflexiones que voy colocando en este blog.
Con esa aclaración y solo si
usted decide continuar con la lectura debo mencionar que me parece desatinado utilizar como argumento de oposición a la llamada “ley de herencias”
que se discute en la Asamblea Nacional la frase "yo trabajo para mis
hijos", y es que tal afirmación no resiste el más pobre de
los análisis, tampoco lo creo como principio de vida de ninguna persona o por
lo menos de ninguna persona que yo conozca. No me imagino a un empresario
diciendo “compre mis productos porque yo debo hacer una fortuna para dejársela
a mis hijos” y a Ud. o a mi comprando esos productos; ni a un político con un
eslogan de campaña “vote por mí, yo solo trabajaré para adquirir bienes para mis
hijos” (de esos seguro hay, pero no lo van a decir), imagínese al mecánico de
un taller automotriz que al revisar los frenos de un bus de transporte escolar se enfoque en lograr el mayor patrimonio para sus hijos, o a un médico que
en su consultorio particular al ver entrar a un paciente piense
instantáneamente en cómo lograr la mayor cantidad de bienes para legárselos a
sus hijos. Si alguien dice que “solo trabaja para sus hijos” que me disculpe pero no le creo nomás.
Sí fuese cierto tal nivel de
individualismo, por qué en nuestro día a día nos encontramos tantas muestras de
solidaridad. Estimado lector, créame, no existe falta de solidaridad en las
personas, lo que existe es un exceso de intereses individuales.
Que “lo que tengo ha sido por mi esfuerzo, sin la ayuda de nadie” es nuevamente falso de falsedad absoluta,
si fuera así, dónde queda el esfuerzo de la gente que trabaja en dependencia para
el empresario que osaría decir eso, dónde queda el esfuerzo del compañero de
trabajo que genera en sinergia con otros empleados los beneficios de la empresa, los ingresos suyos y los de quienes laboran a su lado: dónde queda, si la afirmación es
cierta, el esfuerzo de los millones de personas que pagan sus impuestos desde
donde sale el pago del servidor público, del alcalde y del asambleísta que
afirma que su patrimonio lo hizo sin ayuda de nadie; dónde queda el esfuerzo hecho por las personas que adquieren los
productos (dejando a un lado los de la competencia) y con esas transacciones generaron
ingresos para una empresa o negocio y “fortuna” para sus propietarios.
¿Seguro, lo que usted tiene lo hizo sin ayuda de nadie?
También me parece equivocado, por
los mismos motivos, defender una opinión legitima (nada más legítimo que decir
lo que uno piensa, guste o no a la autoridad) con el argumento de lo que yo como hijo recibiré
luego de la muerte de uno de mis padres, ¡argumento infame!
Cuando los padres han cumplido a
satisfacción con su responsabilidad de padres, los hijos habrán heredado todo
lo valioso sin necesidad de esperar – o aspirar - la muerte de nadie. Si
preguntan por mi caso, ya heredé todo lo de real valía, recibí cuidado, recibí educación
(la de la escuela y la de la casa), me dieron el buen nombre que cuido a diario
para transmitirlo a mis hijos, también me dieron la capacidad de trabajo y de
sacrificio, recibí de ellos la capacidad de conmoverme hasta llorar con lo que
me parece injusto y el compromiso para defender hasta lo indefendible cuando
creo en ello y aún si no encuentro quien comparta mi idea, razón suficiente
para saber y afirmar que no necesito de la
muerte de mis padres para incrementar un patrimonio.
Si aún sigue leyendo estas líneas,
le comento que hay mejores ideas y mensajes para sostener una opinión contraria,
incluso yo podría listar una docena de argumentos que le pudieran servir, pero
no lo haré porque siempre he creído que devolver para otros lo que uno ha recibido no es solo buena opción sino que es obligación y principio de vida.