sábado, 29 de febrero de 2020

J


Jota, perdone mi mala letra, me vi obligado a garabatear esta nota que al terminar dejaré en la puerta de la refri para que usted la encuentre cuando vuelva. No tuve más remedio que escribir a mano pues me canse de buscar la s en la máquina de escribir y sin ese carácter no puedo teclear los plurales que necesito, no quiero preocuparla, pero es importante que sepa que descubrí por casa un Duende de esos domésticos con sombrero de ala ancha que es invisible y me preocupa que vaya a asustarla. Supay bandido, infecta todo mientras da vueltas por ahí haciendo de las suyas para burlarse y dejarme en ridículo.
El otro día, cuando quise vestirme para ir a buscar a los niños en la escuela, no encontré ni las medias ni la ropa interior que usted deja sobre los sillones de la habitación para que me cambie, imagine usted mi zozobra al saberme mojado y tiritando desnudo sin encontrar nada, Nargle malvado se robó hasta las toallas del baño.
Es una pandemia silenciosa, sé de buena tinta que la nuestra no es la primera casa del vecindario en la que se ha colado y los vecinos están organizados para ponerle trampas, pero el Genio sospecha y apurado se esconde en el cajón de las bufandas o se mete en el closet con los trajes que ya no utilizo.
El Infame es experto en trabar puertas que no atino a abrir y soy yo el que termina encerrado, para acabar, ni sé cuándo se ha comido parte de mi almuerzo, esperó un descuido y ¡zas!, se hizo con el plato el arroz, un huevo frito y media taza de café pasado, eso sí, Bicho desgraciado, dejó intactos el brócoli y las coliflores que usted insiste que me coma y que yo detesto con mi alma, ¿no andará acordando con él para obligarme a comer coliflores? Por Dios Jota, ni se le ocurra semejante cosa.
Ese Espectro vivaracho garrapateó todos los libros de la biblioteca que ahora están sobrescritos en un lenguaje trasgo que no consigo traducir. Borró las s de cada una de las hojas para mirarme tascando el singular en cada frase que pronuncio. Cuco bandido se divierte sacando las cosas de armarios y anaqueles para que yo tropiece con ellas, hasta fue a cambiar nuestra foto de la sala para colgar en su lugar la de dos personas que no he visto en mi vida.
Quise exorcizarlo y pensé en visitar al Obispo en el Club y aunque al final no fui preparé el traje negro a rayas que uso cuando hay algo importante. Es que me distraje entre los discos viejos donde hallé esa canción que a usted le gusta, está en un disco pequeño de vinilo azul.
En calzoncillos bailoteé por la casa cantando, luego con los ojos cerrados nos encontramos, usted, la música y yo. «En el fondo qué es la vida, no lo sé».
J, hace días no encuentro a nadie por aquí, solo está esa mujer con su tristeza, ella viene a limpiar, a darme unas pastillas pequeñitas y preparar una sopa fría de verdura y papa que aplasta con un tenedor y después olvida por los rincones y nadie bebe, solo el Chorizo tuerto que vive en el espejo vestido de cordobés, saltimbanqui al que ahuyento a gritos, Espanto con anteojos de zilonita que no logra disimular que aguaita añorando, Don Diablo de barba rala que tirita y refunfuña inentendible mientras se arremanga el traje que yo usó para ir a las capeas, es que se le cae de tan flaco que está el pobre.
Debo confesarle que ya dejé de sentir miedo, pero me habría gustado charlar con usted en persona pues caí en cuenta que son varios los días que no viene a dormir y estoy angustiado.

Jota, cuándo viene a sacarme de aquí.

Ambato, septiembre 2018


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Ambato, viernes 22 de febrero de 2019 Teatro del Centro Cultural Eugenia Mera