Negar un acto contra el humilde es dos veces
hipocresía, es como tolerar de espaldas. La primera hipocresía es saberse
resignado a aceptar al otro desconociendo que somos iguales en derechos; la segunda,
supra hipocresía, es negar desde la autoridad para así expiar culpas; y acaso
podría configurarse una tercera hipocresía, la del cobarde descargando toda la responsabilidad
en otro débil, en el funcionario mal capacitado, abusivo portador de órdenes
infames ¡A limpiar la ciudad! ¡Fuera informales! ¡Chao lumpen! Hay que borrarlos como antes lo hicimos con los indígenas en las fotos del Quito, allá a inicios
del siglo anterior.
Los datos oficiales, a diciembre de 2017, dan
cuenta de que 4 de cada 10 ocupados en Tungurahua están en el sector informal. Esconder
esa realidad no es tan fácil como desaparecer la basura bajo la alfombra y como
al parecer, los administradores municipales, quisieran; primero porque los
informales son personas, no son desechables; y, después porque la informalidad
no se resuelve a golpes, con empujones o echando gas a la cara de nadie.
La literatura al respecto menciona dos grupos
de informales, los de “estrato superior” quienes deciden serlo por propia voluntad
incluso lo prefieren antes que aceptar un empleo formal, están motivados (quizá)
por evitar el costo de la formalidad (impuestos, seguridad social, trámites,
costos administrativos) o desalentados por las condiciones laborales a las que
pueden acceder. Otros, los más vulnerables, ingresan a actividades elementales
como el comercio ambulante, por ejemplo, al ser actividades de bajo costo de
ingreso (entrada y salida fácil). A los primeros habrá que obligarlos a
formalizar y a los segundos habrá que apoyarlos a llegar a condiciones
apropiadas.
Los informales por entrada fácil tienen menor
preparación, lo que es coherente con el hecho de que trabajadores con menos
instrucción tienen menor posibilidad de acceder a un empleo formal. En el caso
de Tungurahua los informales en promedio tienen tres años menos de escolaridad
frente a las personas con empleo y cinco años menos que la población de Ambato.
Además, trabajan en condiciones precarias (solo basta ver a los comerciantes alrededor
de plazas y mercados, trabajando bajo la lluvia o el sol, ni pensar en
seguridad social); por último, su ingreso laboral promedio apenas llega al 46%
del promedio de ingreso laboral de los ocupados.
Aunque no existe relación directa entre trabajo
informal y pobreza, llama la atención que en Tungurahua la pobreza en el sector
informa alcanza 38% cuando para toda la población es de 23% y para Ambato apenas del
11% (datos oficiales a 2017).
A la autoridad le queda pendiente (también) entender
y resolver la desproporcionada relación mujeres/hombres en el trabajo por
cuenta propia informal. Una pista, seguro las mujeres en condición de pobreza se
ven “atraídas” por la posibilidad de conciliar sus responsabilidades
familiares con la obtención de ingresos.
Antes del empujón, de echar gas o de retirar
los productos que constituyen el patrimonio logrado por una persona en varios meses y
hasta en años de trabajo; con el respeto y cariño de siempre les dejo algunas
ideas para que ustedes las conviertan en programas y hasta en su próximo plan
de trabajo:
1. Plan de las 3E.- Educar, Emprender, Emplear.
- Formemos a nuestros jóvenes para el empleo y para el emprendimiento que generé alto valor. A mayor educación mayor oportunidad de acceder a un empleo de buena calidad (empleo decente) o mayor posibilidad de crear emprendimientos de oportunidad (planificados y viables).
- Fomentemos la empresa y formalicemos el emprendimiento, Ojo, eso requiere del ahorro solidario y de las finanzas éticas.
- Enfoquémonos en inclusión laboral de mujeres, en particular indígenas y campesinas.
Reto: Armemos un laboratorio de emprendimiento.
Amigos de la universidad, municipio, empresas, ¿quién se anima? ¡yo!
2. Plan D
Ojo, si el ingreso que genera una persona (u
hogar) desde el empleo informal urbano es mayor que el que produce el trabajo
rural, cómo quieren que un padre o una madre no vayan a la ciudad a buscarse la vida.
- Autoridades y futuros candidatos a Prefecto y Alcalde, armonicemos las agendas y planes de trabajo con la visión de Desarrollo Rural, ¡a construirlas desde lo local!
- Para la agenda urbana lindo poner puentes, es más construyamos un intercambiador en Huachi Chico, pero antes humanicemos la gestión pública local. ¡Por Dios, la gente está antes que el cemento y la sonrisa antes que la rueda de prensa!
- Orientemos la compra pública a pequeños productores locales.
- Comprometámonos con la erradicación de la desnutrición infantil (también de la pobreza en todas sus formas, trabajo infantil, violencia de genero).
- Colaboremos con cualquier iniciativa de acceso a vivienda digna para hogares pobres. Vamos, a construirla en espacios adecuados y planificados para la vida digna, sin tugurios, sin politizar.
Reto: Pongamos los productos de los
agricultores y campesinos locales en las perchas del supermercado, instituyamos
un circuito de ferias de Comercio Justo, comencemos son las asociaciones de
mujeres indígenas y campesinas.
3. Plan Capacitar, Organizar.
- Capacitación a funcionarios (comenzando por la máxima autoridad) para el buen trato y el respeto de los derechos de las personas.
- Crear protocolos y planes de acción del antes, durante y después (prevenir, atender - evitar, castigar)
- Organización social, veeduría y redes de apoyo.
Reto: ¿Ustedes tienen más ideas? Escriban a continuación sus propuestas.