jueves, 27 de septiembre de 2012

El Equipaje del Destierro


Planteo esta entrada desde la lógica del sosiego que normalmente me acompaña en momentos particulares de la vida. Si alguien lee esto, por favor, no confunda mi declaración de ánimo con pesadumbre, primero porque son distintos y luego porque los minutos de calma siempre me han servido como un mecanismo de recarga y como una inagotable fuente de ideas. También, propongo este texto como una reflexión que pretende aportar, aunque no lo haga de forma explícita y se tome por licencia el hecho de que se aloja en mi blog y, por tanto, soporta cualquier discurso intimista.

Por mucho tiempo pensé que viajar consiste en moverse de un lugar a otro, la mayor parte de las veces por una ruta definida y en un tránsito momentáneo; otras tantas, quizás lo haga de forma caótica o, por lo menos, desordenada, pero siempre con la intención de retornar en un tiempo relativamente corto al lugar de partida (distinto este, debo aclarar, del lugar de origen). Con los años, y no con la experiencia, que es otra cosa, entendí que ese caminar no solo se refleja en el tránsito territorial sino también en una movilidad temporal e incluso en una evolución intelectual, y que cada viaje determina el abandono automático de algo personal en función del encuentro también automático de otro "algo" personal.

Cada ruta supone desprenderse. Dejar la casa de mis padres fue abandonar la infancia y la juventud feliz; dejar el colegio y los amigos fue colocar en el recuerdo las bromas, las risas, las despreocupaciones y la inmortalidad de los seres queridos. Dejar la universidad y sus madrugadas fue olvidar el "¡qué me importa!" de lo material, allí arrumado junto a la solución de cualquier problema del mundo, arreglado con solo esbozar un discurso. Abandonar el primer trabajo fue llevarse la certeza de que siempre voy a jugar en el mejor equipo, porque eso depende de mí, aunque no siempre gane, porque eso depende de otros. Abandonar el segundo y el tercer trabajo será siempre conservar las victorias y dejar para otros las medallas.

Cada estancia, en cambio, marcará un encuentro. La sumatoria de estos encuentros, supongo, se transformará en nuestra particular filosofía de vida. La mía es una barroca juntura de ideas, será la sala de la casa familiar donde me veo rodeado de las primeras lecturas que me harán volver a Macondo cada vez que sienta caer la lluvia; será el viejo Isinliví de los segundos libros donde conocí al Che de la Higuera, al Daquilema de la plaza de Yaruquíes y al Sucre de Berruecos; será el piso de cualquier corredor, donde me veré enfrentado al Dios de Schrödinger o preparando el disfraz que ocultará mi instinto egoísta congénito. También hallaré los motivos de mi animadversión declarada por la "Ciudad Letrada"; de los cuartos libros sacaré una posmodernidad que coseré a mi medida (lo que sea que signifique eso); y de los quintos no tengo idea de lo que sacaré.

Como conclusión de este post, mencionaré de forma circular que, iniciar un viaje es desprenderse para, en el camino, encontrar algo distinto, que el viajero se lleva pegado en la piel (la suya y de aquellos a quienes toca). Estos "algos" se mueven y, al mismo tiempo, permanecen allí de forma simbiótica. Las etapas de la vida también son viajes, las ideas que colectamos para formar nuestro pensamiento individual o colectivo también son viajes. Es así que, lo que hacemos y lo que construimos es patrimonio general de todos y un valor individual de cada personal.

En mi viaje personal, siempre preferí dejar en lugar de llevarme, será por mi ego disfrazado o porque en el fondo sé que lo que he ido guardando terminará convertido en mi equipaje del destierro.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Ambato, nuestra razón de vivir

Ambato / Ingahurco / 1971

Aún no me entero que entré muy pequeño a la Escuela, tampoco me es extraño ser uno de los dos únicos varones del grado en la Escuela de niñas “Eugenia Mera”, aún vivo en la Calle Argentina y consumo mis tardes entre el taller de carpintero de mi Abuelo y los juegos con los primos...los populares son el “tingo” (del verbo tingar o tincar), los partidos de fútbol entre el Murialdo y el Macará (el técnico aún no existe) y el cazar bungas en los potreros junto a la casi abandonada estación del tren.

Ambato / Parque Cevallos / 1982

Mi último año de colegio en el Bolívar y sigo siendo el más joven del curso (a pesar de haber perdido un año), mi "agenda" después de clases es casi siempre la misma, primero al Big Boy, el Happy o a la Colmena y después a la parada de Ingahurco a hacer la cola aunque nunca me subo al bus (hace años nos cambiamos a la 12 de Noviembre) después a la casa y al pasar por donde el Saeteros ver si alcanzan los ahorros para comprar algún disco de los Inti, ya sé que no están de moda pero hay que ser diferente, además suenan mejor con un buen libro.  Aún intento escribir poesía…pero se me dan mejor las ciencias, me aburre estudiar…debe ser porque aprendo rápido.

Paris / Montmartre / 1990 

Qué risa, soy un verdadero inútil para buscar una dirección, llevo horas intentando encontrar el 26 de la Rué Cardinet, eso me pasa por aventurarme en un lugar que no conozco en absoluto, aprovecho para comprar una gorra para mi abuelo y echar algunas postales en el buzón de “la Poste”,  luego iré a la Torre y al Trocadero primero encontrar la dirección, cosa vana.

Ambato / PUCESA / 2005

Siempre quise un trabajo en el cual pudiera ir con terno y corbata, ahora que lo tengo prefiero un jean y si bien uso chaquetas me alejo completamente de la corbata; me rodeo de jóvenes alumnos e intento enseñarles algo más de lo que dicen los libros, no es mi trabajo principal pero si el que más disfruto (excepto cuando se acerca el carnaval pues este es mi segundo año oficialmente en la fiesta de la fruta).

Ambato, Manuelita Saenz 2012

Muchas cosas han cambiado en mi, unas para bien y otras para no tan bien, pero las prioridades son las mismas, al inicio siempre la familia y en su contexto el trabajo (he llegado a tener tres al mismo tiempo, debe ser algún tipo de vicio), la salud y la educación (antes la de uno, ahora también la de los hijos); Luego está el lugar que se habita, allí hay temas que me emocionan y otras que me molestan, en estas últimas hay tres que me son insufribles: a) la seguridad o la inseguridad de la otrora tranquila ciudad, los robos a personas son de referencia frecuente, no los he sufrido pero en el último año me han robado tres veces alguna parte del carro (siempre en la puerta de la casa), b) encontrar cada día más paredes convertidas en cartel publicitario, al principio de zapatos y maderas, ahora también de una panadería y de un raticida, y c) los “quetedijes”, “quemedijistes” y “quetedires” de momentáneos inquilinos de cierta notoriedad, que además cuando salen de la provincia y cuando tienen que hablar en beneficio de ella, se tornan mudos.

Ambato, Noviembre 2020

Mientras espero la llegada del censista designado para mi vivienda, voy descubriendo que aún prefiero mirar el río desde los puentes que juntan la ciudad, encontrar la blanca Catedral con el lente de mi vieja Nikon, hablar de los disfrazados del Tungurahua con los panas del grupo, escuchar el clásico ambateño en la radio (narrado y comentado por Mantilla y Montalvo).

Aún espero que se construya el teatro de la ciudad (necesitamos artistas, escenarios y públicos me repito); hay que insistir con nuevas tecnologías de comunicación gratuitas en todos los sitios posibles; hay que dotar de capacidad y generar oportunidad para emprender (ojo, un Banco no emprende); hay que volver a parques con más árboles y menos cemento; por dios!!! Hay que hacer de los temas de la ciudad causa común y pelearlos; necesitamos menos carros, menos cables, más empresas y más fiesta; hay que...

Luego de atender al censista, salgo a tomar café donde mi tía y al ir por la calle me doy cuenta que aún añoro caminar tranquilo por las calles y allí encontrar verdadero arte tomándose, a fuerza y propuestas, el espacio público, saludo a quienes encuentro a mi paso mientras recuerdo que quiero una ciudad no tan urbana...la prefiero humana, una ciudad para la gente, donde se pueda cuidar una familia, crear una empresa exitosa, educarse, caminar por cualquier calle...ser feliz.

Entrada destacada

Resumen de la presentación del libro "Los Guerrero, Genealogía i Bitácora".

Ambato, viernes 22 de febrero de 2019 Teatro del Centro Cultural Eugenia Mera