Ambato / Ingahurco / 1971
Aún no me entero que entré muy pequeño a la
Escuela, tampoco me es extraño ser uno de los dos únicos varones del grado en
la Escuela de niñas “Eugenia Mera”, aún vivo en la Calle Argentina y consumo
mis tardes entre el taller de carpintero de mi Abuelo y los juegos con los
primos...los populares son el “tingo” (del verbo tingar o tincar), los partidos
de fútbol entre el Murialdo y el Macará (el técnico aún no existe) y el cazar
bungas en los potreros junto a la casi abandonada estación del tren.
Ambato / Parque Cevallos / 1982
Mi último año de colegio en el Bolívar y sigo
siendo el más joven del curso (a pesar de haber perdido un año), mi
"agenda" después de clases es casi siempre la misma, primero al Big
Boy, el Happy o a la Colmena y después a la parada de Ingahurco a hacer la cola aunque
nunca me subo al bus (hace años nos cambiamos a la 12 de Noviembre) después a
la casa y al pasar por donde el Saeteros ver si alcanzan los ahorros para comprar
algún disco de los Inti, ya sé que no están de moda pero hay que ser diferente,
además suenan mejor con un buen libro.
Aún intento escribir poesía…pero se me dan mejor las ciencias, me aburre
estudiar…debe ser porque aprendo rápido.
Paris / Montmartre / 1990
Qué risa, soy un verdadero inútil para buscar una
dirección, llevo horas intentando encontrar el 26 de la Rué Cardinet, eso me
pasa por aventurarme en un lugar que no conozco en absoluto, aprovecho para
comprar una gorra para mi abuelo y echar algunas postales en el buzón de “la
Poste”, luego iré a la Torre y al
Trocadero primero encontrar la dirección, cosa vana.
Ambato / PUCESA / 2005
Siempre quise un trabajo en el cual pudiera ir con
terno y corbata, ahora que lo tengo prefiero un jean y si bien uso chaquetas me
alejo completamente de la corbata; me rodeo de jóvenes alumnos e intento
enseñarles algo más de lo que dicen los libros, no es mi trabajo principal pero
si el que más disfruto (excepto cuando se acerca el carnaval pues este es mi
segundo año oficialmente en la fiesta de la fruta).
Ambato, Manuelita Saenz 2012
Muchas cosas han cambiado en mi, unas para bien y
otras para no tan bien, pero las prioridades son las mismas, al inicio siempre
la familia y en su contexto el trabajo (he llegado a tener tres al mismo
tiempo, debe ser algún tipo de vicio), la salud y la educación (antes la de
uno, ahora también la de los hijos); Luego está el lugar que se habita, allí
hay temas que me emocionan y otras que me molestan, en estas últimas hay tres
que me son insufribles: a) la seguridad o la inseguridad de la otrora tranquila
ciudad, los robos a personas son de referencia frecuente, no los he sufrido
pero en el último año me han robado tres veces alguna parte del carro (siempre
en la puerta de la casa), b) encontrar cada día más paredes convertidas en
cartel publicitario, al principio de zapatos y maderas, ahora también de una panadería
y de un raticida, y c) los “quetedijes”, “quemedijistes” y “quetedires” de
momentáneos inquilinos de cierta notoriedad, que además cuando salen de la
provincia y cuando tienen que hablar en beneficio de ella, se tornan mudos.
Ambato, Noviembre 2020
Mientras espero la llegada del censista designado
para mi vivienda, voy descubriendo que aún prefiero mirar el río desde los
puentes que juntan la ciudad, encontrar la blanca Catedral con el lente de mi
vieja Nikon, hablar de los disfrazados del Tungurahua con los panas del grupo,
escuchar el clásico ambateño en la radio (narrado y comentado por Mantilla y Montalvo).
Aún espero que se
construya el teatro de la ciudad (necesitamos artistas, escenarios y públicos
me repito); hay que insistir con nuevas tecnologías de comunicación gratuitas
en todos los sitios posibles; hay que dotar de capacidad y generar oportunidad
para emprender (ojo, un Banco no emprende); hay que volver a parques con más
árboles y menos cemento; por dios!!! Hay que hacer de los temas de la ciudad
causa común y pelearlos; necesitamos menos carros, menos cables, más empresas y
más fiesta; hay que...
Luego de atender al
censista, salgo a tomar café donde mi tía y al ir por la calle me doy cuenta
que aún añoro caminar tranquilo por las calles y allí encontrar verdadero arte
tomándose, a fuerza y propuestas, el espacio público, saludo a quienes
encuentro a mi paso mientras recuerdo que quiero una ciudad no tan urbana...la
prefiero humana, una ciudad para la gente, donde se pueda cuidar una familia,
crear una empresa exitosa, educarse, caminar por cualquier calle...ser feliz.
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