viernes, 7 de septiembre de 2012

Ambato, nuestra razón de vivir

Ambato / Ingahurco / 1971

Aún no me entero que entré muy pequeño a la Escuela, tampoco me es extraño ser uno de los dos únicos varones del grado en la Escuela de niñas “Eugenia Mera”, aún vivo en la Calle Argentina y consumo mis tardes entre el taller de carpintero de mi Abuelo y los juegos con los primos...los populares son el “tingo” (del verbo tingar o tincar), los partidos de fútbol entre el Murialdo y el Macará (el técnico aún no existe) y el cazar bungas en los potreros junto a la casi abandonada estación del tren.

Ambato / Parque Cevallos / 1982

Mi último año de colegio en el Bolívar y sigo siendo el más joven del curso (a pesar de haber perdido un año), mi "agenda" después de clases es casi siempre la misma, primero al Big Boy, el Happy o a la Colmena y después a la parada de Ingahurco a hacer la cola aunque nunca me subo al bus (hace años nos cambiamos a la 12 de Noviembre) después a la casa y al pasar por donde el Saeteros ver si alcanzan los ahorros para comprar algún disco de los Inti, ya sé que no están de moda pero hay que ser diferente, además suenan mejor con un buen libro.  Aún intento escribir poesía…pero se me dan mejor las ciencias, me aburre estudiar…debe ser porque aprendo rápido.

Paris / Montmartre / 1990 

Qué risa, soy un verdadero inútil para buscar una dirección, llevo horas intentando encontrar el 26 de la Rué Cardinet, eso me pasa por aventurarme en un lugar que no conozco en absoluto, aprovecho para comprar una gorra para mi abuelo y echar algunas postales en el buzón de “la Poste”,  luego iré a la Torre y al Trocadero primero encontrar la dirección, cosa vana.

Ambato / PUCESA / 2005

Siempre quise un trabajo en el cual pudiera ir con terno y corbata, ahora que lo tengo prefiero un jean y si bien uso chaquetas me alejo completamente de la corbata; me rodeo de jóvenes alumnos e intento enseñarles algo más de lo que dicen los libros, no es mi trabajo principal pero si el que más disfruto (excepto cuando se acerca el carnaval pues este es mi segundo año oficialmente en la fiesta de la fruta).

Ambato, Manuelita Saenz 2012

Muchas cosas han cambiado en mi, unas para bien y otras para no tan bien, pero las prioridades son las mismas, al inicio siempre la familia y en su contexto el trabajo (he llegado a tener tres al mismo tiempo, debe ser algún tipo de vicio), la salud y la educación (antes la de uno, ahora también la de los hijos); Luego está el lugar que se habita, allí hay temas que me emocionan y otras que me molestan, en estas últimas hay tres que me son insufribles: a) la seguridad o la inseguridad de la otrora tranquila ciudad, los robos a personas son de referencia frecuente, no los he sufrido pero en el último año me han robado tres veces alguna parte del carro (siempre en la puerta de la casa), b) encontrar cada día más paredes convertidas en cartel publicitario, al principio de zapatos y maderas, ahora también de una panadería y de un raticida, y c) los “quetedijes”, “quemedijistes” y “quetedires” de momentáneos inquilinos de cierta notoriedad, que además cuando salen de la provincia y cuando tienen que hablar en beneficio de ella, se tornan mudos.

Ambato, Noviembre 2020

Mientras espero la llegada del censista designado para mi vivienda, voy descubriendo que aún prefiero mirar el río desde los puentes que juntan la ciudad, encontrar la blanca Catedral con el lente de mi vieja Nikon, hablar de los disfrazados del Tungurahua con los panas del grupo, escuchar el clásico ambateño en la radio (narrado y comentado por Mantilla y Montalvo).

Aún espero que se construya el teatro de la ciudad (necesitamos artistas, escenarios y públicos me repito); hay que insistir con nuevas tecnologías de comunicación gratuitas en todos los sitios posibles; hay que dotar de capacidad y generar oportunidad para emprender (ojo, un Banco no emprende); hay que volver a parques con más árboles y menos cemento; por dios!!! Hay que hacer de los temas de la ciudad causa común y pelearlos; necesitamos menos carros, menos cables, más empresas y más fiesta; hay que...

Luego de atender al censista, salgo a tomar café donde mi tía y al ir por la calle me doy cuenta que aún añoro caminar tranquilo por las calles y allí encontrar verdadero arte tomándose, a fuerza y propuestas, el espacio público, saludo a quienes encuentro a mi paso mientras recuerdo que quiero una ciudad no tan urbana...la prefiero humana, una ciudad para la gente, donde se pueda cuidar una familia, crear una empresa exitosa, educarse, caminar por cualquier calle...ser feliz.

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