Así como los libros nos encuentran en el momento justo, las citas y enseñanzas
que sacamos de ellos vienen a auxiliarnos cuando realmente las necesitamos. Aparecen de improviso, asombrándonos como lo hace el conejo blanco al salir de la chistera
del mago.
La historia que voy a relatar, muy a mi manera por cierto, la encontré en un pequeño libro
de pastas rojas que cayó en mis manos hace varios años, un texto que parecía
escrito al apuro y que ocupaba tan pocas hojas que tardé solo un par de horas en leerlo y
releerlo completamente.
El relato en cuestión iba más o menos de la siguiente manera, un grupo de hombres se había
propuesto construir un campamento en lo alto de una montaña, desde ese lugar
iniciarían una revolución (decían); el lugar escogido requería muchas horas de
caminata por una vía precaria y peligrosa; además, la única forma posible para
transportar el material para la construcción del campamento, era cargándolo dentro de sus
mochilas de viaje y trepar la montaña con ellas a cuesta, una y otra y otra vez.
Luego de algunos días, varios viajes a la montaña y cuando el resto del grupo se
había retirado a descansar, el muchacho
más joven se acercó al líder. Ramón -le dijo- ¿Cómo haces para que la
gente te siga, que confíe y que respete las decisiones que tomas? El hombre le respondió,
luego de señalar hacia el rincón del patio donde descansaban las mochilas
llenas con el material que transportarían al día siguiente, –El trabajo de todos es llenar cada mochila hasta colmarlas todas, el mío es asegurarme de ser el primero en levantarse, estar listo, escoger la mochila más pesada y llevarla, junto a ustedes, a
la montaña- (aquí debo confesar que partes de la historia se han ido añadiendo una a una cada vez que la cuento).
De esa historia siempre pude transcribir tres lecciones:
- La primera, quien busca guiar debe preparase para hacerlo, adquirir conocimiento y habilidad, además debe estar listo en el momento adecuado. La responsabilidad de líder es tomar para sí la tarea más significativa, el trabajo de mayor sacrificio y ejecutarlo correctamente. El buen líder siempre debe estar listo más temprano, elegir la mochila más pesada y transportarla hacia la montaña.
- La segunda, el objetivo solo lo puede alcanzar un equipo organizado, que trabaja con orden y que transita una ruta trazada (aunque sea a lápiz grueso). El líder construye el equipo, luego será el equipo quien construya el campamento.
- La tercera lección es más simple aún, el equipo debe tener una meta clara (construir un campamento en la montaña), un objetivo que los movilice (iniciar una revolución) y contar con un plan establecido por anticipado.
Allí terminarían, historia y lecciones, si las habría contado antes
del 16 de abril de 2016, pero en estas últimas semanas he podido añadir a mi colección
de experiencias algunas nuevas, a) Se puede construir un objetivo utilizando el bricolaje participativo de ideas, b) los planes armados y rearmados en días además de posibles son deseables, c) la provisión de recursos (antes inexistentes)
desde la gestión es una estrategia salvadora pero de gran riesgo.
En estas semanas he visto también como se juntan personas desconocidas, que están motivadas por una
recompensa superior al dinero y se movilizan en pos de un objetivo que comparten.
- La cuarta lección ahora me dice que la voluntad puede construir desde cero, que la visión obtiene recursos valiosos de un entorno donde parecería que no existen, afirma que es la necesidad quien marca el tiempo (siempre corto) para actuar y que el motor que convoca, provoca y moviliza (cuando falta todo) es la identidad (ser y pertenecer), la misma identidad que de un sacudón nos despierta y nos muestra quiénes somos y de qué estamos hechos.
Jaramijó, Manabí, 5 de mayo de 2016.
SER Y PERTENECER, palabras exactas en tiempos difíciles... Si sientes tuya la tierra en que vives y tus actitudes demuestran que amas el lugar en donde naciste, no importa de que región seas, siempre resolveras los problemas pensando en un País ECUADOR... Yo soy Manabi... Yo soy Esmeraldas
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