Analizar la Fiesta de la Fruta y de las Flores, debe incluir
el examinar al menos cuatro dimensiones que, al estar relacionadas con su origen o con su evolución, la explican en carácter y propósito.
Adscribir el análisis a su impacto en la economía de la ciudad y la provincia es quitarle su esencia, mientras que mirarla únicamente desde su representación en el imaginario, significa negar su evolución y elimina la
posibilidad de vivirla y compartirla de maneras diversas.
El ámbito al que pertenece el analista también marcará la conclusión. A partir de sus intenciones, los políticos querrán montarse en la exposición que les ofrece la pre y post fiesta, los organizadores buscarán minimizar
los problemas y capear los malos comentarios (que son parte de la propia tradición),
los académicos pensarán valorarla con datos objetivos en razón de marcos
preestablecidos (cualquier cosa que sea eso), los empresarios lograrán cuantificarla en base a ingresos generados e
ingresos futuros, las familias ambateñas lo harán en base a la percepción que
tienen de sus eventos, mientras que, las autoridades políticas la señalarán con el número
de operativos, heridos y muertos, reconociendo que la Fiesta se ha vuelto compleja y, omitiendo que, ahora
es anciana.
Dimensión 1: Identidad
Para Ambato, la Fiesta de la Fruta y de las Flores debería representar una fusión entre la tradición que sobrevive y el esfuerzo permanente por introducir cambios en la organización y en sus actividades, aunque descuida los esfuerzos por ampliar sus actores, públicos y escenarios.
¿Qué hacer para superar la dependencia de ciclos políticos, sobresaltos, reciclaje y reúso de lo que antes pareció
funcionar o generó novedad?
Aunque no parezca, la celebración refleja y condiciona
el carácter de quienes nacieron o viven en Ambato, la Fiesta es el centro de la
identidad colectiva de los ambateños, en ella está representada la rebeldía
frente a la desgracia, el amor por la tierra, el esfuerzo individual y la fe,
no por nada colocamos enseñas de frutas y flores en el atrio de la Catedral.
La Fiesta sobrevive a los días de jolgorio, para vivir
el resto del año escondida en la urbanidad incompleta del Ambato céntrico, lleno de
casas y edificios cuadrados, de fachadas descoloridas y paredes que dejan ver
el material con el que fueron construidas, de veredas angostas y cielo cubierto de
cables que se niegan a desaparecer. Una ciudad que evoluciona al ritmo que lo
hace su fiesta, que discute la diversidad de su gente en lugar de disfrutarla, que
se niega a abandonar un coliseo destemplado, un estadio sin gloria y una plaza a
la que hace rato abandonaron los taurinos.
Dimensión 2: Economía
Desde quienes la propusieron por primera vez (el
Centro Agrícola Cantonal), hasta las razones que marcan su origen (revelarse al terremoto de
1949) han marcado el ser colectivo de Ambato. En su origen están el negocio, el
emprendimiento e incluso la economía informal tan criticada. Las primeras
ediciones y hasta muy avanzada la Fiesta, mantenían ferias exposición entre sus
actividades principales, con industriales y artesanos exponiendo sus productos
en establecimientos educativos adecuados con ese fin. Cuando la artesanía y la.industria no fueron suficiente atractivo, presentaban artistas y orquestas de moda durante los dos o tres días de feria.
En la actualidad, algunos jóvenes de Miraflores y Ficoa,
inician su vida emprendedora organizando farras o “farrones”. Incluso, desde
hace un par de años, un prestigioso empresario local se ha apropiado del pedazo
que abandonaron los barrios y el propio Comité Permanente, así como antes, otros
empresarios y muchos informales se tomaron las veredas de la Cevallos y la Bolívar, que abandonaron las familias que dejaron de asistir a los desfiles. Todos convocan a fiestas
particulares que florecen dentro de la Fiesta de todos (y de la agonizante
Feria de Finados).
En definitiva, las oportunidades comerciales, tanto en
el sector formal como en el informal, guste o no, impulsan la economía de
Ambato y la de sus alrededores, generando ingresos para empresarios, comerciantes,
artesanos e incluso para los jóvenes emprendedores, pero catalogar el éxito de
una edición solo por lo que reportan sus ventas (formales) es restarle
importancia a lo que la Fiesta significa.
Dimensión 3. Organización
No siempre fue el Comité Permanente el que se encargó
de organizar la Fiesta, los barrios, las asociaciones de artesanos, de pequeños
comerciantes, de profesores, las cámaras y otros, han participado activamente a lo largo de su larga historia. Hubo un momento en el que se entregó
la organización a quienes pudieran financiarla (Municipio y Prefectura), ellos
separaron el convivir durante la fiesta en un programa oficial y otro popular,
reconociendo que la cultura ambateña se reparte entre lo esnob del jazz, la liturgia y la raíz popular
del plato típico, el baile callejero y el pasacalle promocional de las
autoridades de turno.
El Comité Permanente es el espacio que ocupan los “hacedores de la Fiesta”, la mayoría impulsados por su buena voluntad y el cariño por la celebración. Estructura mixta compuesta por Gads, cámaras y políticos, sin recursos suficientes y sin las herramientas que la modernidad puede aportarle a la cultura (y a la industria cultural).
Muchos y buenos hombres y mujeres han pasado por ahí, dejando ideas y
esfuerzo que la oficialidad ha reconocido, como tampoco lo ha hecho
(ni lo hará) con las decenas de personajes anónimos que tiene la fiesta.
La tarima de la Fiesta es poderosa, tanto que ha
impulsado varias carreras políticas a partir de la popularidad que significa,
varias reinas han ocupado curules en el Consejo Municipal o en la Asamblea
Nacional. En esa misma tarima ha arropado a cientos sino miles de artistas
populares en festivales, conciertos y recitales que demandan de la
construcción de un teatro digno de la celebración y de una agenda cultural que
alimente el alma colectiva de los ambateños.
Avanzar quizás signifique dejar atrás la elección de
Reina de Ambato, mover el recorrido de los desfiles, hacer interactivo el
pregón, peatonalizar el centro cívico, organizar a los barrios alrededor de la
fiesta, llenar de música los rincones de la ciudad, reconocer a los personajes
olvidados, entregar a los niños los espacios culturales,
promover el consumo de productos de la ciudad a través de descuentos y vales
virtuales, más otras cien ideas que aparecerán si nos ponemos a pensar en la ciudad y en su fiesta.
Dimensión 4. Contexto
La Fiesta comparte tiempo y espacio con las circunstancias de las que se embebe la ciudad y el país, su calificación de buena, regular o mala responde a los hechos de su entorno, tanto como a su programación y organización. Por ejemplo, en 1955 no se realizó por falta de financiamiento, en 1962 pasó a ser organizada por una comisión mixta entre el Municipio de Ambato y la Prefectura de Tungurahua (Comité Permanente), en ese mismo año fue declarada fiesta nacional por el presidente Arosemena Tola, en 1996 casi fue suspendida por la Guerra del Cenepa, en 2021 la enfermó de muerte la pandemia y la crítica, en 2024 fue suspendida por varias semanas por los decretos de excepción asociados a la guerra contra el terrorismo y por la falta de acuerdos entre las autoridades cantonales y provinciales.
El cierre de gestión de los alcaldes también la han afectado a la fiesta, golpeándola en su financiamiento como en el año 2000.
En una conclusión, el análisis de la Fiesta de la
Fruta y de las Flores no puede ni debe considerar una sola de sus dimensiones
de manera aislada, valorarla requiere al menos razonar sobre las cuatro que he
detallado, mientras que los resultados de su observación debe entenderse desde
el ámbito que ocupa el observador, ya sea el político, académico, empresarial,
ciudadano u otro de los mencionados en esta publicación.
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