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Las operaciones estadísticas oficiales están sujetas a una evolución provocada por el avance tecnológico, la adopción de políticas y normas por parte de los Estados y por el desarrollo de técnicas estadísticas e informáticas. Por su lado, además se encuentran limitadas por los presupuestos de las oficinas de estadística e impulsadas por las demandas (siempre crecientes) de los usuarios de la información.
La ruta que consideran los sistemas estadísticos valora las recomendaciones que emite la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET). Allí se establecen las directrices que guiarán a las oficinas de estadística para que, de manera progresiva, adapten e incorporen esas directrices dentro de sus encuestas, censos y registros laborales.
Con esas premisas, el Ecuador se plantea incorporar las recomendaciones incluidas en la CIET 19 dentro de sus operaciones estadísticas, al tiempo de actualizar la encuesta nacional de empleo. Decisión que, a mi criterio, se encuentra justificada por tres grupos de razones.
Primera razón: cambios normativos y sociales
La dinámica laboral impulsa nuevas (y no tan nuevas) lógicas de trabajo, entre ellas la deslocalización y la automatización de las tareas, que además requieren diferentes tipos de trabajadores y diversas formas de relación laboral. Tan rápido se han transformado los espacios de trabajo que la vieja oficina se trasladó rápidamente a cualquier lugar con acceso a internet, mientras que, las bibliotecas y archivos físicos se mudan a la nube y la propia gerencia se distancia del cara a cara para ocupar diferentes espacios virtuales.
Lo mismo sucede con el taller del artesano, la tienda y el supermercado, que han comenzado a migrar sus perchas hacia las redes sociales y, sus inventarios dependen cada vez más de la compra efectiva en lugar de la demanda esperada. Ojo, no hablo de Amazon sino de jóvenes emprendedores y mujeres que completan sus ingresos a través de estos mecanismos, enfocándose en nichos cercanos para generar pequeños volúmenes que les ayuden a sobrevivir y prosperar.
Los marcos normativos, acostumbrados a ir detrás de los cambios sociales, apenas empiezan a recoger realidades como las de los "deliveries" (entrega a domicilio), plataformas de viajes (UBER) o los creadores de contenido en redes sociales (“influencers”), por citar algunos ejemplos. Otras discusiones, como las que tratan sobre los tipos de contrato, el tiempo parcial de la jornada laboral o, los cambios demográficos que marcan el ingreso de jóvenes y mujeres a la fuerza de trabajo impulsan normas y políticas gubernamentales que afectan el empleo.
En el caso ecuatoriano, que aún no resuelve varios problemas que acarrea hace décadas, se deben añadir dos temas de trascendencia: el tamaño de la informalidad y la dependencia de la economía familiar y campesina que demandan de datos que los actuales marcos metodológicos no les ofrecen.
Segunda razón: actualizaciones y demandas de información
Varios de los componentes de la infraestructura estadística, como se considera a la cartografía censal, la base del precenso, los resultados censales, las estimaciones de población, la estratificación y los marcos de muestreo, se construyen en cada proceso censal, luego, las oficinas de estadística tratan de mantenerlos actualizados con las encuestas y registros, sin embargo, los cambios demográficos terminan desactualizándolos y restándoles poco a poco su precisión, por eso, después de haber cumplido con su propósito, tras la década que separa un censo de otro, es necesario reconstruirlos como parte del nuevo proceso censal.
En esa misma década, las dificultades para acceder a los informantes se modifican, complejizándose tal y como ocurrió en estos últimos diez años de terremotos, pandemias, incremento de la violencia delictual y de inestabilidad política. Además, las fronteras urbanas se desplazan, y el Estado modifica su composición territorial, creando nuevas jurisdicciones administrativas como parroquias, cantones y provincias.
Por su lado, la dinámica productiva y los cambios demográficos que impulsan el desarrollo de ciertas localidades sobre otras que se aletargan, otorgan nuevas relevancias a los territorios “ganadores”, que requieren y demandan información que antes no se encontraba priorizada.
Tercera razón: incorporación de la nueva infraestructura estadística
A las razones anteriores deben sumarse otras desde el espacio técnico que, añadidas a la mejor capacidad de la oficina de estadística, la nueva tecnología incorporada a la producción y el desarrollo metodológico permite diseñar mecanismos sofisticados, automatizar procesos y aplicar métodos más precisos para la estimación de indicadores.
La tarea de actualización de la encuesta de empleo significa la incorporación de la cartografía y los marcos muestrales actualizados, la correcta aplicación de la estratificación, la adopción de factores de expansión (a nivel de hogar) y la incorporación de las estimaciones de población en el diseño de la encuesta y en el cálculo de sus indicadores, así como, el uso de los modelos de codificación automática, por citar algunos ejemplos. Tareas que se convierten en un reto técnico para los estadísticos oficiales y plantean esfuerzos para la difusión y diseminación de la información.
Consideraciones adicionales
Pero, planificar mejoras en una encuesta nacional no es algo que se hace en un solo día como algunos trasnochados intentarán hacernos creer, tampoco es una tarea que se logra de la noche a la mañana. Una encuesta que incorpore las últimas directrices de la CIET necesita de planificación, muchas pruebas y mucho análisis, además demanda de la participación de usuarios e interesados durante todo el proceso.
La comunicación sobre el proceso debe ser precisa y exhaustiva. Una tarea de esa magnitud e impacto requiere que las actividades sean anticipadas y los cambios sean explicados con suficiente tiempo, al igual que las razones que los promueven, el alcance y los objetivos que se persiguen. Esta comunicación debe ser didáctica y rigurosa.
La comparabilidad de las series históricas derivadas de la encuesta debe encontrarse garantizada. Los cambios en los niveles de sus principales indicadores deben ser abordados con transparencia, explicando técnicamente las variaciones que se observarán en los niveles de algunos indicadores.
Lo más fácil es dejar todo como está, fingiendo que no existen cambios en el fenómeno ni oportunidades de mejora en el instrumento. No incorporar las recomendaciones de la CIET mientras se incorpora la nueva infraestructura estadística dentro de la encuesta, es negarle al país las cifras ajustadas a la nueva realidad del empleo y, con ello, privar a los decisores públicos de una herramienta valiosa para la realización de su trabajo. Más en un país y en un momento donde el trabajo remunerado y de buenas condiciones es preocupación de todos y de todas.