jueves, 18 de julio de 2024

Acoplar la encuesta de empleo a la nueva realidad laboral: ¿por qué ahora?

Imagen generada con Microsoft Designer

 Las operaciones estadísticas oficiales están sujetas a una evolución provocada por el avance tecnológico, la adopción de políticas y normas por parte de los Estados y por el desarrollo de técnicas estadísticas e informáticas. Por su lado, además se encuentran limitadas por los presupuestos de las oficinas de estadística e impulsadas por las demandas (siempre crecientes) de los usuarios de la información. 

La ruta que consideran los sistemas estadísticos valora las recomendaciones que emite la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET). Allí se establecen las directrices que guiarán a las oficinas de estadística para que, de manera progresiva, adapten e incorporen esas directrices dentro de sus encuestas, censos y registros laborales. 

Con esas premisas, el Ecuador se plantea incorporar las recomendaciones incluidas en la CIET 19 dentro de sus operaciones estadísticas, al tiempo de actualizar la encuesta nacional de empleo. Decisión que, a mi criterio, se encuentra justificada por tres grupos de razones. 

Primera razón: cambios normativos y sociales 

La dinámica laboral impulsa nuevas (y no tan nuevas) lógicas de trabajo, entre ellas la deslocalización y la automatización de las tareas, que además requieren diferentes tipos de trabajadores y diversas formas de relación laboral. Tan rápido se han transformado los espacios de trabajo que la vieja oficina se trasladó rápidamente a cualquier lugar con acceso a internet, mientras que, las bibliotecas y archivos físicos se mudan a la nube y la propia gerencia se distancia del cara a cara para ocupar diferentes espacios virtuales. 

Lo mismo sucede con el taller del artesano, la tienda y el supermercado, que han comenzado a migrar sus perchas hacia las redes sociales y, sus inventarios dependen cada vez más de la compra efectiva en lugar de la demanda esperada. Ojo, no hablo de Amazon sino de jóvenes emprendedores y mujeres que completan sus ingresos a través de estos mecanismos, enfocándose en nichos cercanos para generar pequeños volúmenes que les ayuden a sobrevivir y prosperar. 

Los marcos normativos, acostumbrados a ir detrás de los cambios sociales, apenas empiezan a recoger realidades como las de los "deliveries" (entrega a domicilio), plataformas de viajes (UBER) o los creadores de contenido en redes sociales (“influencers”), por citar algunos ejemplos. Otras discusiones, como las que tratan sobre los tipos de contrato, el tiempo parcial de la jornada laboral o, los cambios demográficos que marcan el ingreso de jóvenes y mujeres a la fuerza de trabajo impulsan normas y políticas gubernamentales que afectan el empleo. 

En el caso ecuatoriano, que aún no resuelve varios problemas que acarrea hace décadas, se deben añadir dos temas de trascendencia: el tamaño de la informalidad y la dependencia de la economía familiar y campesina que demandan de datos que los actuales marcos metodológicos no les ofrecen. 

Segunda razón: actualizaciones y demandas de información 

Varios de los componentes de la infraestructura estadística, como se considera a la cartografía censal, la base del precenso, los resultados censales, las estimaciones de población, la estratificación y los marcos de muestreo, se construyen en cada proceso censal, luego, las oficinas de estadística tratan de mantenerlos actualizados con las encuestas y registros, sin embargo, los cambios demográficos terminan desactualizándolos y restándoles poco a poco su precisión, por eso, después de haber cumplido con su propósito, tras la década que separa un censo de otro, es necesario reconstruirlos como parte del nuevo proceso censal. 

En esa misma década, las dificultades para acceder a los informantes se modifican, complejizándose tal y como ocurrió en estos últimos diez años de terremotos, pandemias, incremento de la violencia delictual y de inestabilidad política. Además, las fronteras urbanas se desplazan, y el Estado modifica su composición territorial, creando nuevas jurisdicciones administrativas como parroquias, cantones y provincias. 

Por su lado, la dinámica productiva y los cambios demográficos que impulsan el desarrollo de ciertas localidades sobre otras que se aletargan, otorgan nuevas relevancias a los territorios “ganadores”, que requieren y demandan información que antes no se encontraba priorizada. 

Tercera razón: incorporación de la nueva infraestructura estadística 

A las razones anteriores deben sumarse otras desde el espacio técnico que, añadidas a la mejor capacidad de la oficina de estadística, la nueva tecnología incorporada a la producción y el desarrollo metodológico permite diseñar mecanismos sofisticados, automatizar procesos y aplicar métodos más precisos para la estimación de indicadores. 

La tarea de actualización de la encuesta de empleo significa la incorporación de la cartografía y los marcos muestrales actualizados, la correcta aplicación de la estratificación, la adopción de factores de expansión (a nivel de hogar) y la incorporación de las estimaciones de población en el diseño de la encuesta y en el cálculo de sus indicadores, así como, el uso de los modelos de codificación automática, por citar algunos ejemplos. Tareas que se convierten en un reto técnico para los estadísticos oficiales y plantean esfuerzos para la difusión y diseminación de la información. 

Consideraciones adicionales 

Pero, planificar mejoras en una encuesta nacional no es algo que se hace en un solo día como algunos trasnochados intentarán hacernos creer, tampoco es una tarea que se logra de la noche a la mañana. Una encuesta que incorpore las últimas directrices de la CIET necesita de planificación, muchas pruebas y mucho análisis, además demanda de la participación de usuarios e interesados durante todo el proceso. 

La comunicación sobre el proceso debe ser precisa y exhaustiva. Una tarea de esa magnitud e impacto requiere que las actividades sean anticipadas y los cambios sean explicados con suficiente tiempo, al igual que las razones que los promueven, el alcance y los objetivos que se persiguen. Esta comunicación debe ser didáctica y rigurosa. 

La comparabilidad de las series históricas derivadas de la encuesta debe encontrarse garantizada. Los cambios en los niveles de sus principales indicadores deben ser abordados con transparencia, explicando técnicamente las variaciones que se observarán en los niveles de algunos indicadores. 

Lo más fácil es dejar todo como está, fingiendo que no existen cambios en el fenómeno ni oportunidades de mejora en el instrumento. No incorporar las recomendaciones de la CIET mientras se incorpora la nueva infraestructura estadística dentro de la encuesta, es negarle al país las cifras ajustadas a la nueva realidad del empleo y, con ello, privar a los decisores públicos de una herramienta valiosa para la realización de su trabajo. Más en un país y en un momento donde el trabajo remunerado y de buenas condiciones es preocupación de todos y de todas. 

jueves, 4 de julio de 2024

La Otra Vida

Preámbulo 

Estas últimas semanas han sido peculiares para mí; las he pasado concentrado en encontrar motivos para privilegiar el comportamiento razonado sobre el actuar por impulso, aun siendo consciente de que, en muchas ocasiones, el impulso es más efectivo que el pensar primero y decidir después. De otra manera, ¿cómo se explicaría que una persona logre más huyendo de un ataque que razonando con su agresor sobre cómo mantener su físico o su dignidad intactos? O, en idéntica situación, otra persona reaccione con igual violencia que su agresor y así proteja su cuerpo y su dignidad. 

Aunque me parece que la huida siempre será más interesante para quien observa la escena, hoy no se trata de hablar de disputas ni de huidas ni de agresiones. Hoy escribo para registrar mis últimas semanas y sus enseñanzas. 

Primera escena 

Hace un par de semanas, un colega me envió la versión digital del libro “El Otro Sendero”, escrito por Hernando de Soto (en colaboración con Enrique Ghersi y Mario Ghibellini), junto con la sugerencia de revisar el prólogo. Luego añadió: “En Sudamérica, el libro fue rechazado tanto por la izquierda como por la derecha, pero la derecha de Estados Unidos lo amó”. Lo primero que hice después de leer el prólogo fue buscar una versión física y compré una copia que está por llegar de Estados Unidos en las próximas semanas. 

El prólogo de Vargas Llosa, escrito en 1986, inicia con dos sentencias: 1. “A veces los economistas cuentan mejores historias que los novelistas” y 2. “Las buenas historias de la literatura no suelen venir con su moraleja bajo el brazo; ellas nos aleccionan, a menudo indirectamente, y de una manera que su autor no pudo prever ni acaso aprobar”. 

Para los fines de este post, tomaré prestado lo que Vargas Llosa expone, más o menos de la siguiente manera: Al hablar de economía informal, pensamos en empresarios y vendedores no registrados que no pagan impuestos ni cumplen con las leyes vigentes, compitiendo deslealmente con negocios legales y privando al Estado de recursos para necesidades sociales o infraestructura. Sin embargo, esa visión es errónea, ya que el verdadero problema no está en las personas sino en el Estado, y la economía informal es una respuesta creativa y espontánea ante la incapacidad estatal para satisfacer sus aspiraciones básicas. 

No voy a hablarles de revoluciones, mucho menos de Sendero Luminoso; aunque, quizás luego les cuente cómo el análisis de Soto podría explicar lo que pasa en Ecuador en torno a la violencia delictiva. Por ahora, seré menos pretencioso, y más personal. 

Segundo acto 

Por los mismos días en que recibí el regalo del colega ecuatoriano, llegó un mensaje de otro colega, esta vez un español desde una universidad de su país, pidiéndome que le enviara mi Hoja de Vida actualizada y un par de documentos adicionales. Tardé en hacerlo; lo hice hace apenas un par de días, no porque ese documento haya cambiado mucho desde la última vez que lo actualicé, sino por algunos temas que ocupaban mi cabeza y luego descubrí que me llevaban a este post. 

Pensé en que estos resúmenes laborales, como las hojas de vida o los archivos de personal o los aportes a la seguridad social, son un valioso registro de vida de la persona a la que se refieren. De hecho, los métodos cualitativos de investigación los consideran entre las fuentes del llamado método biográfico, que, marcando relatos, etapas o acontecimientos relevantes de la vida de la persona estudiada, analizan la percepción de la realidad social e incluso concluyen sobre momentos históricos, comportamientos sociales o lo que Foucault llama imposiciones del poder. Para el lector interesado, una narración desde el método biográfico es la escrita por Oscar Lewis y publicada en 1961 bajo el título “Los Hijos de Sánchez”, que luego fue condenada en una conferencia de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (en 1965) bajo el argumento de ser obscena y denigrante, cuando en realidad era un retrato de la pobreza que afectaba a una proporción importante de mexicanos por aquellos años. 

Volviendo a mi caso personal, hace unos meses me apareció un biógrafo inesperado que se dio tiempo para escribir lo que considero mi primera biografía laboral (en 5 hojas A4) para luego enviarla a la Asamblea Nacional. Aunque lo hizo como “hater”, le agradezco el gesto, aunque critico la (mala) intención. En fin, el punto es que, al actualizar mi Hoja de Vida, encontré el resultado de muchas decisiones tomadas de manera consciente, como la de empezar a escribir y publicar los textos escritos, capacitarme en una u otra cosa o abrir espacios donde disfrutar fue el único objetivo, a los que llamo “placeres culposos” como la fotografía, por ejemplo. Pero esa misma Hoja de Vida marca cosas que no busqué, aunque he disfrutado, entre ellas mi propia calificación en el mundo de los estadísticos oficiales como “experto en censos” o “experto en estadísticas étnicas”, adjetivos que nunca busqué y tampoco valoro sobre otras como la de saberme buena persona. 

Por su lado, mi biógrafo aportó una visión desde fuera, calificándome de eficiente y capaz de alcanzar objetivos, al tiempo de confirmar que llegué a lo público por una selección y no por una recomendación. Sin embargo, ambas fuentes omiten una realidad innegable si se quiere aplicar el método biográfico, invisibilizan a la gente que me ha acompañado y me ha sostenido. Si alguien me ha regalado algo, han sido esas personas con las que he caminado, empezando por quienes me cuidan y sostienen en casa, se preocupan de que coma bien, que tenga la ropa limpia o que me corte el pelo, hasta quienes me motivan y animan en la oficina, revisan cada documento antes de que yo lo lea, se aseguran de que lo que debo firmar esté correcto, critican mis decisiones y me enfrentan cuando están en desacuerdo conmigo. 

Tercer acto 

Durante esas mismas dos semanas, en medio de mi lucha entre actuar por impulso o con la razón, caminé a observar varios archivos de personal con el pretexto de entenderlos, y la experiencia resultó en un electroshock personal. Con apenas observarlos supe que son relatos de vida que han sido atrapados en las carpetas en las que la burocracia decidió encerrarlos. Unas son delgadas, otras gruesas y otras gigantes. Ahí, entre las hojas, los hijos se resumen a una línea, la educación a otra, y la experiencia ¡Ay, la experiencia! a lo que convenga al burócrata. Las aspiraciones no existen, tampoco hay espacio para todos. 

Al igual que la falsa premisa con la que Vargas Llosa argumenta el libro que Hernando de Soto terminará atribuyéndose (como lo explico en el epílogo), cualquier despistado, como yo a primera vista, podría caer en el error de señalar como culpable a quien se ha “beneficiado” de los resquicios que la norma deja para cambiar de cargo, remuneración o figura contractual según su circunstancia (o conveniencia), o “enterrar” a quien no logra avanzar en la estructura laboral porque, a juicio de la burocracia, solo le corresponde la casilla en la que se le ha puesto. Pero, igual que pregona Vargas Llosa, “esa visión es errónea”. No está la culpa en el funcionario promedio, sino en quien dicta o aplica la norma a conveniencia, incapaz de reconocer las aspiraciones legítimas de las personas, en lo que Foucault llama imposiciones de poder. 

Epílogo 

De regreso a Hernando de Soto y "El Otro Sendero", cuya edición original considera como colaboradores a Enrique Ghersi y Mario Ghibellini, eliminados de los créditos al igual que Vargas Llosa en la edición de 2005 (110 mil ejemplares vendidos), hecho que terminó con una resolución a la demanda interpuesta por Ghersi sobre su autoría, en la que el perito que analizó los manuscritos de corrección del libro determinó que Enrique Ghersi había escrito alrededor de 2000 páginas; Hernando de Soto, 454; y Mario Ghibellini, 270. 

De regreso a mi otra vida, si acaso he logrado algo de lo que he puesto en mi Hoja de Vida o en lo que mi biógrafo informal me atribuye, mi aporte apenas es el de Ghibellini con sus 270 páginas; las 2454 restantes son resultado del trabajo de quienes han caminado conmigo y compartido mi espacio laboral más personal. 

Entrada destacada

Resumen de la presentación del libro "Los Guerrero, Genealogía i Bitácora".

Ambato, viernes 22 de febrero de 2019 Teatro del Centro Cultural Eugenia Mera