Hace un par de días me
encontré con una nota de prensa que mencionaba que el 85% de quienes nacen
pobres morirán en esa condición. Uno no sabe cuánto crecerá un árbol revisando
la regla con la que lo mide pensé al leerla, y de inmediato recordé una
historia que se de siempre y la comparto aquí:
Por ahí por 1930 un hombre
llamado César llega a Ambato acompañado de Julia, su mujer, y algunos de los
que con el paso de unos años serán los 9 hijos de la pareja que llegarán a edad
adulta, atrás quedará el pequeño pueblo donde ella nació y juntos vivieron el
inicio de su matrimonio, también quedará su madre y sus hermanos (que luego
podrían contar historias similares a las de César); cuando salieron y
obviamente cuando llegaron no portaban más que su deseo de construir una
familia que viva y se desarrolle en las mejores condiciones posibles.
Si comparamos la realidad del
Joven Cesar con algunas de las características comunes al pobre actual, vemos
que reúne tres de las cuatro condiciones más claras así, si lo definimos por
ingresos o por NBI es pobre, además tiene más de 3 hijos y es habitante de un sector
rural, queda libre el tema de la identidad pues el siempre se auto identifico
blanco, por “políticamente incorrecto” que a alguien le parezca esa fue su
realidad.
Como familia, la cantidad
de hijos no fue la razón de su pobreza pues “donde comen tres comen cuatro” decían
y supongo que luego del tercer o cuarto hijo los costos que conlleva mantener
otro hijo tenderán a ser marginales, especialmente cuando se carece de todo
menos de solidaridad y amor familiar. Más bien, el ser numerosos, me parece a mí,
sirvió como estrategia de supervivencia para todos pues los mayores se
sacrificaron por apoyar a los jóvenes en formarse y emprender y luego, a
futuro, los más jóvenes ayudarán a los mayores cuando estos dejen de ser
productivos, siempre y en la medida que lo necesiten y si la estrategia
familiar funciona…esa es la teoría, si funciona para la sociedad funciona para
la familia (ya escribí otra entrada de este blog sobre eso).
Lo cierto es que César y
Julia no murieron pobres, ni tampoco esa suerte correrán sus hijos, sus nietos y los hijos de estos…..el
pequeño detalle es que nunca les
explicaron esa sentencia de que quien nace en un hogar pobre o nace pobre tiene
el 85% de probabilidad de morir en esa condición y nunca se entero que por lo
menos 8 de sus 9 hijos deben morir así, su falta de formación académica hizo que erróneamente
defina la pobreza como un “estado de ánimo” al que se combate con solidaridad,
con familia unida, con alegría y trabajo…...tal es así que sin buscar riqueza
ni bien alguno logro que varios de sus hijos terminen la secundaria y tres de
ellos obtengan un título universitario y que casi la totalidad de sus nietos
cuenten con formación universitaria….esto antes de la gratuidad de la educación, de los bonos y sin estado para apoyarle más allá de su afiliación al IESS que le
permitió pasar sus últimos años como jubilado con un sueldo que permitía en
algo apoyar en la casa que compartió hasta su muerte con una de sus hijas.
También logro que hasta el
día de hoy (19 años luego de su muerte) su familia entera se mantenga junta y
unida, como muestra es común que para el café de un medio día cualquiera se reúnan
no menos de 10 o 12 personas, ó que un sábado 24 o 25 de sus más de 80
descendientes se reúnan a jugar cartas o a conversar.
Esa es parte de la
historia de mi abuelo, un hombre que al equivocar el concepto nos mostro que
pobre es “un estado de ánimo” que se combate con solidaridad, con familia
unida, con alegría y trabajo.....uno de estos días, si me animo les cuento más.
Te cuento una historia:
ResponderEliminarJuan, salió hace años vez pa´l norte donde vivió como indocumentado y le fue difícil acceder a la seguridad social. En su vejez oyó de un fulano "retorno digno casa" apoyado por un tal SENAMI. Juan regresó a Loja y cuando fue a inscribirse en el IESS, como voluntario le pintaron un rotundo "NO", porque así lo contempla el reglamento del IESS, y que tú puedes ver en la página oficial dándole una patada al artículo 3 de nuestra Consitución del "buen vivir". Dios, muchas veces lo veo por ahí recogiendo tablas para enterrar un muerto. "El bono demográfico" que nunca lo tomó en cuenta. Tu historia tiene un lindo final. A mi me ha tocado pelear ante cortes constitucionales mis derechos y de los otros viejos camaradas. Lo más bueno de todos es que cuando ven que no me resigno me miran como gallina que mira sal.
Sigue escribiendo, que para eso estamos, he leído unos cuántos artículos tuyos y este comentario es general.
Un abrazo de compatriota
Bolívar