Buscar el bienestar
es preocupación de las personas, sus familias, sus comunidades y los gobiernos
que conducen los estados en los que estas personas habitan. Todos en mayor o
menor forma promueven y procuran que el ser humano viva de manera apropiada y mejore
día a día su “calidad de vida” en una permanente búsqueda del “vivir mejor”,
esfuerzo que solo ha ocasionado diferencias entre las personas, obteniendo al final eso que unos
llaman inequidad (o iniquidad que solo para este caso es lo mismo) y otros
pobreza.
“El hombre trabaja
para vivir como viviría sin trabajar”
Hace aproximadamente
15 días y luego de una particular semana en la oficina, negándome a posponer
una vez más un viaje anualmente planificado, visite un lugar en el que nunca
había estado pero que sentía conocer de tanto escuchar historias contadas desde
siempre, más una vez allí descubrí cosas diferentes a las que en principio
fueron el motivo para ir. Estas motivaciones las resumo en dos a) darle contexto a ciertas
historias de mi infancia que ya les iré contando y b) visitar la hacienda
Machay en el sitio de Malqui, pues siento interés por sus recién “descubiertas”
ruinas Incas (claro!, si están junto a una casa habitada), que se supone son el
último destino de la momia del también último Inca del Tahuantinsuyo, el
Quiteño Atahualpa, visita que además olvide hacer.
En definitiva fui por
los muertos, ajenos y propios, pero lo que encontré es radicalmente opuesto a
algo que dejo de existir hace cientos de años, el primer descubrimiento: un paisaje de plenos verdes, repleto de mariposas,
de orquídeas y hasta con un “árbol de zapatos” y otro “de gallinas”, debo haber
visto no menos de 10 0 15 aves diferentes sin siquiera apartarme de la
carretera, pude fotografiar una iguana sin salir del carro, y maravillarme con
algo tan simple como el agua, si! con la pura, limpia y fría agua de un río.
Si parte de lo que busca
el Buen Vivir es un equilibrio entre la naturaleza y el ser humano, entonces un
lugar como este debe ser el fin, allí lo segundo en encontrarse (ya mencione
que lo primero es su paisaje en verdes) es que aquello que consideramos
fundamental para mejorar nuestra “calidad de vida” no está y lo demuestro: es
imposible encontrar señal de celular y junto con este artilugio desaparecen
inmediatamente redes sociales, correos electrónicos y con ellos
responsabilidades impostadas; luego no existe señal de televisión y la
bendición de olvidarse de noticieros repletos de medias verdades; no hay agua
potable, ni calefón, pero al pie de la casa cruza un enorme rio de aguas
cristalinas o cantarinas, como se quiera ver; bueno luz si hay, debo admitirlo,
pero la del sol es más placentera; comida?, toda la que se pueda tomar de los sembríos
y árboles aledaños o de los animales criados allí mismo.
Parece ser que la
búsqueda incesante del bienestar (pasarlo bien y con tranquilidad) y de la
felicidad supuestamente asociada a este estado, nos ciega a encontrar bienestar
– felicidad en las cosas simples y aunque es claro que para quien vive en ese
lugar debe ser difícil llevar los días de trabajo prácticamente manual y de
seguro lejano a temas relevantes como el servicio de salud y de la educación de
calidad, la conclusión más importante que tengo de este viaje y la que quiero
compartirles es que mientras unos lo buscamos otros viven en El Paraíso, será
por eso de que “los humildes heredaran el reino de los cielos”?.
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