Las recientes cifras que dan cuentan
del estado del mercado laboral en el país, INEC – ENEMDU, nos traen varias
novedades: la primera es la estabilidad que mantienen las tasas de desempleo,
subempleo y empleo adecuado, donde no se encuentran diferencias significativas
entre los datos correspondientes a los meses de junio 2017 y 2018, por lo que
es correcto considerar que son valores similares y que no se han producido
incrementos. Esta estabilidad, que en principio parecería una buena noticia, en
realidad, nos indica que aún esperamos las condiciones que impulsen la
generación de empleo adecuado, pues apenas el 38.9 % de la Población
Económicamente Activa (PEA) tiene empleo adecuado en el Ecuador, porcentaje que
representa que solo cerca de 4 de cada 10 personas empleadas, o que están
dispuestas a trabajar, logran acceder a un trabajo con buenas condiciones
laborales, o a uno que al menos cubra las mínimas legales.
Algunos expertos y analistas,
criterio con el que coincido, dan poca relevancia a la cifra de desempleo (4.1
%), y sugieren considerar como importantes aquellas categorías contenidas
dentro del empleo inadecuado, pues éstas nos acercan a comprender, no solo la
cantidad sino la calidad de los puestos de trabajo. Entre ellas están el subempleo
(19.4 %) y el otro empleo inadecuado que sí creció en 2.2 puntos entre junio de
2017 y 2018, sugiriendo un deterioro en la calidad y en el número de desalentados
por buscar un nuevo y mejor trabajo.
Al análisis hay que añadir, evidentemente,
al empleo adecuado del que hablé en un párrafo anterior y preguntarse si las
propuestas que impulsan la flexibilización laboral (tipos de contrato, por
ejemplo) terminarán afectando las condiciones de las personas empleadas y la
calidad de vida de sus hogares, situación no deseada, aunque la medida aporte a
mejorar los rendimientos de algunas empresas.
Otro dato relevante, segunda
novedad, viene expresado por esa incómoda estabilidad en la cobertura de
afiliación a la seguridad social, donde 6 de cada 10 personas ocupadas no se
encuentran afiliados a ningún seguro, preocupante en una población como la
ecuatoriana que, aun siendo joven, se encuentra en proceso de envejecimiento. Como
dato, de las 4 personas con afiliación, 3 lo están al IESS – Seguro General.
La tercera novedad aparece en el
empleo en el sector informal, aquel que se genera en establecimientos que no tienen
RUC ni RISE. El dato de informalidad alcanzo el 47.5 %, es decir 2.5 puntos más
que en junio del año anterior, manteniendo la tendencia al alza que se observa
desde diciembre de 2014 cuando tuvo su pico más bajo.
Quizás el apunte más
significativo, cuarta novedad, sea la reducción en el volumen del empleo pleno y
en el total de la población con empleo (161.000 y 132.000 personas
respectivamente), importante caída que se esconde en la reducción de la
participación (bruta y global) y para la que se requiere buscar una
explicación. ¿Por qué hay menos ecuatorianos presionando el mercado laboral?
La alerta, Quito podría ser
termómetro de lo que observaremos con las cifras a diciembre 2018, allí aparece una disminución en el empleo adecuado en 4 puntos y el crecimiento
significativo de la pobreza y extrema pobreza por ingresos en 5 y 2.7 puntos
respectivamente. Si consideramos la relación que existe entre pobreza e
ingresos laborales, habrá que estudiar si este deterioro está afectado por el
despido de funcionarios públicos y, si fuere el caso, en qué medida. En el
país, y en tan solo un año (junio 2017 – junio 2018), se perdieron cerca de
73.000 puestos de trabajo en el sector público.
Pero, qué pasa en
Ambato
Ambato mantiene estable el empleo adecuado y muestra una
disminución significativa de 3.7 puntos en el subempleo, que ahora llega a 13.2
%; buena noticia a pesar de que aún no regresa a los niveles de 2012, año en
que presentó sus cifras más bajas (6.8 %); esto ocurre mientras que el otro
empleo inadecuado, que corresponde a personas ocupadas, con ingresos inferiores
al salario mínimo y/o que trabajan menos de la jornada legal y no tienen ni
deseo ni disponibilidad de trabajar horas adicionales (desalentados), se
incrementó al pasar de 17.4% a 20.4%.
la ocupación en el sector informal alcanzó el 20.4 %, cifra
menor que la nacional urbana (36%) y que el dato nacional (47.5%).
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