La novedad posterior al hecho dantesco de la muerte de tres personas fue la información oficial de la Policía
Nacional mencionando que no se trató de secuestradores de niños y que
aquellas infortunadas personas eran (al parecer) delincuentes comunes, detenidos
por robar precisamente un par de celulares, a la turba la provocó la información
falsa que se mueve por las redes y que terminó enardeciendo al populacho desconfiado de las instituciones del Estado.
Aunque explicar cómo o por qué es complejo y
ajeno a las intenciones de esta publicación, quiero aportar con algunas
cifras que si bien no se refieren al lugar y la fecha del hecho de Posorja,
muestran la manera como el ecuatoriano utiliza sus redes sociales y
comparte información. Los datos que menciono a continuación fueron levantados
con fines analíticos dentro de una Encuesta de Opinión a Hogares de la ciudad
de Quito en agosto de 2018, trabajo que lo realizamos junto a un equipo de especialistas con los que a menudo estamos relevando información sobre
diferentes temas de interés.
Antes de empezar recordemos que el INEC en
su reporte de diciembre de 2017 anunció que 9 de cada 10 hogares a nivel
nacional, tienen -al menos - un teléfono celular activado, que 7 de cada 10
personas en el área urbana del país han usado internet en los últimos 12 meses, y
que existe un importante incremento en la tenencia de celular inteligente (Smartphone),
el 62,7% de las personas en edades entre
25 y 34 años tiene uno.
Con
la Encuesta de Opinión encontramos que 9 de cada 10 quiteños posee
al menos una red social, siendo WhatsApp (98%) y Facebook (97%) aquellas con mayor cantidad usuarios, mientras que en Twitter apenas está el 40% de quienes tienen al
menos una red social.
Pero el hallazgo más significativo es que
los quiteños (y quizás los ecuatorianos) a pesar de no confiar en la
información que encuentran en redes sociales, la comparten sin verificar si es real o proviene de una fuente oficial,
tal como lo muestra el hecho que el 59% de los quiteños declara que confía poco
o nada en la información que encuentra en redes, 6 de cada 10 comparte la que
encontró o recibe y una proporción similar lo hace sin verificar la procedencia
(cuando son personas interesadas en la política, esa proporción crece, ojo por
quien votan y cuánto le creen a su candidato).
Por otro lado, el estudio recientemente publicado por Vosoughi,
Roy y Aral llamado “The spread of true and false news online” (difusión de
noticias verdaderas y falsas en línea) y que es el resultado del análisis de
126.000 afirmaciones difundidas en Twitter entre 2006 y 2017 concluye que las
mentiras se dispersan rápidamente porque provocan respuestas de temor,
indignación o sorpresa; además, demuestra que la información falsa se difunde
significativamente “más lejos, más rápido, con mayor profundidad y más ampliamente
que la información auténtica”.
Vosoughi, Roy y Aral, mencionan también
que la información falsa recibe un 70% más retuits que las verdaderas, esta actividad es mayor en usuarios de Twitter con pocos seguidores y con
cuentas relativamente nuevas y no tanto por cuentas robot (bots), es decir, somos las personas quienes provocamos -en mayor medida - la difusión de información distorsionada o falsa.
Como conclusión planteo esta interrogante
¿qué tanto tuvimos que ver usted y yo en los hechos terribles de Posorja? Al
parecer mucho pues sin saberlo nos comportamos como Fuente Ovejuna.
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