El nuevo censo, al igual que el anterior, marca
con dureza las diferencias que se mantienen entre áreas, ciudades o poblaciones.
Datos que deben llamar la atención de quienes tienen el poder de cambiar esas realidades, movilizar a sus instituciones, entender los territorios bajo su competencia y atender a los ciudadanos que demandan cambios.
Para llegar al día de la entrega de
resultados, recorrimos el país entero, en al menos dos ocasiones, la primera durante
la actualización cartográfica y la última en el empadronamiento, visitando 6.6
millones de viviendas, donde nos detuvimos a conversar con las personas que
residen en ellas. Con lo que nos contaron, podemos afirmar que en los doce años
que separan los últimos censos, existieron mejoras en la cobertura de servicios
básicos, no solo en electricidad, que ya llega al 97.5% de las viviendas, sino
también en el acceso al agua, que ha mejorado y alcanza al 84.2% de las
viviendas en todo el país.
Sin embargo, los esfuerzos son
insuficientes, nos queda pendiente mejorar la cobertura del alcantarillado, que
apenas llega al 65.8% y acortar las brechas observadas entre provincias o entre el área
urbana y rural donde solo el 35.8% de las viviendas tiene acceso al
alcantarillado.
Entre las confirmaciones, está el hecho de
que los ecuatorianos continuamos viviendo mayoritariamente en casas, las que constituyen
el 64.1% de las viviendas. Sin embargo, se destaca el significativo crecimiento
en el número de departamentos, que ha aumentado del 11.9% en 2010 al 21.1% en
2022. Parece que tanto los quiteños como los provincianos que viven o están de
paso quieren estar más cerca del cielo de Quito.
Una primera conclusión, que podría ser una
hipótesis para los investigadores, es que la transición demográfica que está
experimentando el país está cambiando su panorama. Por ejemplo, los hogares
ecuatorianos son cada vez más pequeños, con un número promedio de 3.2 miembros,
a diferencia de los 4.2 en 2001 y 3.8 en 2010. Las provincias de Napo, con 3.7,
y Santa Elena, con 3.6, presentan hogares más grandes, mientras que Galápagos y
Pichincha, con 2.9 y 3.1 respectivamente, tienen los hogares más pequeños.
No solo llama la atención el tamaño de los
hogares, sino también el tamaño de los mismos. Los hogares unipersonales han
aumentado en un 4.6%, pasando del 12.1% en 2010 al 16.7% en 2022. Por otro
lado, los hogares de dos personas han crecido un 4.3%, desde 15.9% en 2010 al
20.2% en 2022, mientras que los hogares más grandes (de 5 o más miembros) han
disminuido en un 10.1% entre 2010 y 2022.
También ha habido cambios al interior del
hogar, los hemos ampliado para acoger a unos residentes muy especiales: 4.1
millones de hogares ecuatorianos han declarado tener al menos una mascota, y en
los hogares con niños menores de 12 años, cuatro de cada diez tienen perros o
gatos.
La pandemia, la falta de oportunidades y la
violencia nos están dejando cicatrices que debemos analizar con cuidado. Un
total de 247,955 hogares han mencionado que al menos una persona falleció en
los últimos 3 años, mientras que 96,236 hogares informan que alguno de sus
miembros ha salido del país y aún no ha regresado.
Los roles dentro del hogar también están
cambiando, con un 38.5% de los hogares declarando a una mujer como representante,
lo que representa un aumento de 10 puntos respecto a 2010.
El censo nos alerta sobre algunas
transiciones que están ocurriendo más rápidamente de lo que habíamos proyectado.
La tasa global de fecundidad se sitúa en 1.86 hijos por mujer en 2022, lo que
significa que nuestra población está creciendo a un ritmo más lento de lo
esperado.
En 2010, se reportó una tasa de crecimiento
intercensal del 1.95% por año, mientras que, en 2022, se estima en un 1.3% por
año. Aunque el censo ha contado a más niños que en el censo anterior, su
proporción con respecto a la población total ha disminuido al 25.5%, lo que
indica un cambio en la estructura demográfica.
La edad mediana de la población ecuatoriana
ha aumentado en 5 años, pasando de 24 a 29 años entre 2010 y 2022. Provincias
como Pichincha, Galápagos y Tungurahua tienen una edad mediana más alta, con 31
años, mientras que las provincias amazónicas de Morona Santiago y Orellana
tienen edades medianas más jóvenes, de 21 y 23 años, respectivamente. Esto
indica que nuestra población se ha convertido en una población adulta joven.
La diversidad de nuestro país se refleja en
los datos del censo, con 3.3 millones de personas que forman parte de los
Pueblos del Ecuador, que comprenden un 7.7% de indígenas, un 4.8% de
afroecuatorianos y un 7.7% de montubios. Además, la población extranjera
residente en Ecuador y que ahora asciende a 425,624 personas, lo que representa un
2.5% de la población total, con un 54.4% de nacidos en Venezuela y un 23% en
Colombia. El censo también nos dice dónde y en qué condiciones viven esas poblaciones.
En
resumen:
El Ecuador de 2022 tiene un rostro de mujer
joven, como se desprende de los datos del propio censo. Las mujeres representan
el 51.3% de la población residente, un dato que contrasta con el 48.7% de
hombres. La edad promedio de las mujeres ecuatorianas se sitúa en 29 años, lo
que sugiere un enfoque hacia la maternidad más tardía en la vida, posiblemente
para centrarse en el desarrollo personal y la educación. Este cambio en la
dinámica demográfica es evidente en la disminución de la tasa de fecundidad, en
comparación con las estimaciones más altas realizadas anteriormente.
Este panorama demográfico también se
refleja en la estructura de los hogares ecuatorianos. Los hogares son cada vez
más pequeños, con un promedio de 3.2 miembros, en contraste con los 4.2
miembros registrados en 2001 y los 3.8 en 2010. Además, se ha observado un
aumento en la cantidad de hogares unipersonales, lo que sugiere una tendencia
hacia la independencia en la vida adulta.
En este contexto, las mujeres también están
desempeñando un papel importante en la representación de los hogares, con un
38.5% de los hogares declarando a una mujer como representante, un aumento
significativo de 10 puntos en comparación con 2010. Esto indica un cambio en
las dinámicas familiares y en el liderazgo en el hogar.
En resumen, el censo nacional de 2022
ofrece una visión fascinante de la demografía ecuatoriana, donde las mujeres
jóvenes desempeñan un papel fundamental en la evolución de la sociedad, tomando
decisiones sobre la maternidad, la educación y el liderazgo en los hogares, y
contribuyendo al cambio en la estructura de la población y la dinámica familiar
en Ecuador.
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