miércoles, 26 de febrero de 2025

Geografía del voto (o cómo elegimos a quién odiar)

A simple vista, la votación en primera vuelta parecería homogénea y repartida territorialmente entre los candidatos que van al balotaje. Sin embargo, al desmenuzar los datos, el panorama se vuelve más complejo para la elección del nuevo presidente, es decir, la persona que la mitad del país odiará dentro de cuatro años. 

Para empezar, desmontemos la idea de que la sierra y la costa se inclinaron de manera uniforme hacia los finalistas, una conclusión errónea si solo se observa la votación por provincias. Aunque la diferencia entre los dos primeros no llega a un cuarto de punto porcentual, González ganó en 118 cantones (de los cuales el 28% están en la sierra), Noboa en 98 (el 12% en la costa) e Iza en 8, ubicados en su mayoría en la sierra centro y la Amazonía. 

Los llamados “candidatos esponja” hicieron su mejor esfuerzo por diluir votos, pero terminaron disolviéndose ellos mismos. Su irrelevante votación demostró que nunca fueron opciones nacionales: Saquicela no consiguió un solo voto en el 78% de las juntas, Cueva en el 68%, Gómez en el 67%, Araus en el 64% y Rabascall en el 62%. Sin embargo, la verdadera debacle se refleja en la inexistente representación de sus auspiciantes en la Asamblea Nacional. 

La centralidad y la periferia parecen dos países distintos, y así lo expresan en las urnas. Si solo se contara el voto en las capitales provinciales, Noboa habría ganado en una sola vuelta (49,2% frente al 39,0% de González). En cambio, al excluirlas y considerar el resto del país, González sería la vencedora con 50,4%, trece puntos por encima de su oponente. Estos datos explican por qué el sesgo de muestreo —con encuestas concentradas en ciertos territorios— provoca errores en trackings y exit polls. 

El voto urbano y rural también presentan marcadas diferencias. En el ámbito urbano, Noboa ampliaría su ventaja a tres puntos (46% contra 43% de González), mientras que Iza apenas alcanzaría un 3,5%. En contraste, en el sector rural, González rozaría la victoria en una sola vuelta con el 46,2%, seguida por Noboa con 36,7% e Iza con 10,7%. Esto sugiere que la desconexión del gobierno con la ruralidad sigue siendo una constante. 

Otra diferencia se observa en la votación por género. Con el voto exclusivo de los hombres, González habría ganado con 45,1% frente al 42,9% de Noboa. Sin embargo, entre las mujeres, el resultado se invierte: 46,4% para Noboa y 43,4% para González. 

Si cruzamos estos datos con las principales preocupaciones de los ecuatorianos —pobreza, trabajo e inseguridad—, encontramos patrones reveladores. En los ocho cantones (49 parroquias) donde ganó Iza, la población indígena es alta y los niveles de pobreza son elevados. Sin embargo, Noboa se impuso en 10 de los 20 cantones con mayor presencia indígena, lo que evidencia que la segunda vuelta no estará tan marcada por las organizaciones indígenas como ellas creen. 

En cuanto a la pobreza, González lidera en 13 de los 20 cantones más afectados, cinco de ellos en Manabí, un bastión donde su movimiento no ha logrado resolver los problemas estructurales. Noboa se impone en cinco e Iza en dos (Guamote y Sigchos). En el otro extremo, entre los 20 cantones con menor pobreza, Noboa domina con 16 victorias, incluidas 10 capitales provinciales, entre ellas Quito y Guayaquil. González, por su parte, triunfa en dos cantones de Azuay y dos de El Oro. 

Con un 12% de votos aún en disputa (algo más de cinco puntos de Iza y casi siete del resto), el comportamiento electoral en torno al empleo también es clave. Entre los 20 cantones con menor nivel de ocupación, González se impuso en 15 (14 en la Costa y uno en la Amazonía), mientras que los cinco restantes votaron por Noboa, incluido Esmeraldas, una de las provincias más afectadas por la pobreza, el desempleo y la violencia. En contraste, en los 20 cantones con mayor nivel de ocupación, Noboa ganó en 13, destacando Ambato entre ellos. 

Finalmente, al analizar la relación entre violencia y votación, se observa un patrón interesante: de los 20 cantones donde más han disminuido las tasas de homicidios intencionales, 18 favorecieron a González y solo dos a Noboa. Parecería que el mítico animal del “Plan Fénix” resurgió de las cenizas en el bando contrario. 

Mientras los estrategas reajustan sus planes para disputar cada voto incierto, los resultados evidencian que el electorado es un mosaico de inquietudes y prioridades que varían según los contextos locales. Lo único seguro es que la historia se repite: unos celebran su regreso al poder mientras otros calculan cómo impedirlo. Y el país, atrapado en el vaivén de promesas y desilusiones, sigue preguntándose si esta vez “el nuevo presi” traerá algo más que discursos y desencanto. 



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